El suicidio beisbolero de Manny Ramírez

Manny Ramírez...también se retiró del Salón de la Fama

Manny Ramírez...también se retiró del Salón de la Fama

Realmente nadie comprende a Manuel Arístides Ramírez Onelcida o simplemente Manny. En 2009, cuando jugaba para los Dodgers de Los Ángeles, recibió su primera suspensión, de 50 partidos, después de dar positivo a un control antidoping. En aquel momento lo acusaron de utilizar una droga de fertilidad femenina, pero no era un secreto que esa sustancia se utilizaba, en realidad, para “camuflar” el uso de esteroides.

Dos años después, resulta que Manny ya no quería tener más hijos, así que se sometió—al menos eso fue lo que dijo—a una vasectomía y, “por casualidad”, tomó medicamentos prohibidos en el nada riguroso reglamento de la Major League Baseball. Esto hubiera significado una segunda suspensión por 100 desafíos, sin embargo, el dominicano no quiso esperar a la certificación de la sanción y decidió…retirarse.

No tuvo ni siquiera el valor de pedir una disculpa a la organización de los Tampa Bay Rays, el equipo que le pagó dos millones de dólares, por apenas un año. Solo envió una nota oficial a la MLB y…partió de vacaciones, hacia España, de seguro a disfrutar de la enorme fortuna que ganó a lo largo de su carrera. Parece que este jugador tiene la “habilidad” de quedar mal con todo el mundo, incluso en República Dominicana, donde idolatran a sus estrellas en las Mayores, las reacciones ante el nuevo engaño de Manny han incluido fuertes críticas.

De esta triste y decepcionante forma termina la carrera de un hombre que parecía destinado a sobrepasar, sin mucho esfuerzo, los 600 cuadrangulares. Sus números serían suficientes para llevarlo al Salón de la Fama, en Cooperstown: promedio de .312, 555 cuadrangulares y 1,831 carreras remolcadas. Además, ganó dos campeonatos con los Medias Rojas de Boston y fue invitado a 12 Juegos de Estrellas. Pero ninguna de estas cifras será suficiente. Manny mintió, una y otra vez y el retiro, aunque luzca una acción cobarde, un suicidio—deportivo—, creo que fue la mejor solución.

Ojalá otros tramposos siguieran el camino que inició  Manuel Arístides Ramírez. Quizás así el béisbol ganaría un poco más de credibilidad.

Barry Bonds y su amigo Mark McGwire

Ya Barry Bonds no es noticia, pues a ninguno de los equipos de las Grandes Ligas se le ocurriría contratarlo, ni siquiera a los Reales de Kansas City, por un contrato de liga menor para intentar atraer público a su estadio. Entonces no comprendo por qué cada vez que el hombre que impresionó a muchos—seguí muy de cerca las temporadas de 2001 y 2002, sobre todo esta última porque quería que los Gigantes ganaran la Serie Mundial—aparece en público, lo convierten en noticia.

Ahora Bonds se reunió con los miembros de los Gigantes, campeones del oeste de la Liga Nacional en 2000, y allá fue la prensa a preguntarle por lo mismo de siempre. ¿Qué esperaban? Imagino que declaraciones explosivas y por lo menos obtuvieron las palabras de elogio de Bonds hacia Mark McGwire. El ex-jardinero de San Francisco dijo sentirse orgulloso de Mark; solo que olvidó aclarar (¿o no le preguntaron?) de qué se sentía orgulloso: si de la gran cantidad de jonrones de McGwire o de sus declaraciones al inicio de la temporada sobre su amplio, extendido, intenso consumo de anabolizantes.

En fin, que Bonds alabó a McGwire y reconoció que estuvo ayudando a Ryan Howard en los entrenamientos primaverales. Ojalá el fornido primera base de los Phillies solo siga los consejos ofensivos del gran bateador que fue Bonds y lo pongo en pasado porque creo que es evidente que ya no jugará más; aunque Bonds tiene una idea diferente y afirma que ha bajado de peso y está listo para jugar. Sí, claro, está listo desde la última vez que pisó un terreno de forma oficial, en 2007; pero nadie ha mordido el anzuelo. Así que la cifra de 762 cuadrangulares (¿cuántos con la ayuda de esteroides?) permanecerán inalterable hasta que…Alex Rodríguez lo sobrepase en un lustro (es mi imaginación la que controla el teclado).

McGwire al menos tuvo un momento de honestidad, después de una década de mentiras y declaró lo que no era un secreto para nadie: que había utilizado sustancias prohibidas durante varias temporadas, especialmente la de 1998, en la que impuso la marca de 70 cuadrangulares que solo duró tres años, pues Bonds disparó 73 en 2001.

Todavía sigo esperando por el “mea culpa” de Bonds; pero realmente no tengo esperanzas de que llegue algún día, o quizás sí. En McGwire el puesto de entrenador de bateo funcionó como un incentivo para que se decidiera a “hablar del pasado”, tal vez por las cosas de la vida, a Bonds también le aparezca ese “incentivo” y decida contarnos.

La mala memoria de Mark McGwire

McGwire, una leyenda...de los esteroides

McGwire, una leyenda...de los esteroides

Él lo sabía, nosotros lo sabíamos, ellos— los directivos— también lo sabían, por lo que las declaraciones del ex-pelotero Mark McGwire, en las que reconoció que durante años utilizó sustancias prohibidas, no sorprendieron a nadie; pero, sin dudas, fue muy llamativo que el octavo hombre en la lista histórica de jonroneros de las Grandes Ligas escogiera este momento para, finalmente, hablar de su pasado.

McGwire llegó a ser uno de los más grandes ídolos del béisbol estadounidense, durante la última década del siglo XX. Big Mac lo llamaban y su elevada estatura, abundante musculatura—ampliada por los esteroides— y enormes batazos lo convirtieron en una figura muy seguida.

Quizás el momento más recordado de la carrera de McGwire y que, de seguro, los dueños y ejecutivos de las Mayores siempre le agradecerán fue la reñida lucha por el liderato de cuadrangulares, en 1998, contra Sammy Sosa.

Después de la huelga de los jugadores, ocurrida en 1994, la credibilidad de la pelota había caído en uno de sus puntos más bajos de todos los tiempos; pero los largos y frecuentes jonrones de McGwire y Sosa y la posibilidad de que ambos rompieran la marca de Roger Maris, impuesta en 1961, atrajo nuevamente a los fanáticos. Los dos sobrepasaron a Maris, McGwire con 70 y Sosa quedó en 66. Apenas tres años después, otro gran mentiroso, Barry Bonds, disparó 73.

En apenas dos temporadas, McGwire acumuló 135 vuelacercas y a pesar de que no obtuvo ningún título importante con los Cardenales de San Luis, su reputación creció y muchas de las recopilaciones de las jugadas más espectaculares de las Mayores incluyen un batazo suyo que recorrió 538 pies por el jardín central, ante el zurdo Randy Johnson. McGwire sabía que estaba haciendo trampas; sin embargo, ¿tenía sentido reconocerlo? A fin de cuentas, muchos de sus compañeros también ingerían sustancias que, aunque no estaban oficialmente prohibidas, ayudaban a mejorar el rendimiento.
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El doble rostro de las Mayores

Soto y Ponson, suspendidos dos años...de las competencias internacionales

Soto y Ponson, suspendidos dos años...de las competencias internacionales

El segundo Clásico Mundial todavía produce noticias, casi medio año después que Japón retuviera su título en un torneo reconocido por muchos como el más fuerte de la historia; pero los titulares de los medios no resaltaban esta vez la excelente actuación del ídolo japonés Ichiro Suzuki en la actual temporada, sino los resultados positivos en las pruebas antidoping de dos jugadores que intervinieron en el evento.

Si en 2006, durante la primera edición del Clásico, solo se detectó un caso, ahora hubo un incremento en el número de exámenes y aparecieron más tramposos: el receptor puertorriqueño Geovany Soto y el lanzador holandés Sidney Ponson.
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